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Muere la filóloga Iris M. Zavala a los 84 años

La escritora dirigió una historia feminista de la literatura española en seis volúmenes entre 1993 y 2002, y recibió tres veces el Premio Nacional de Literatura en su país natal, Puerto Rico

Darío Villanueva
La filóloga Iris Zavala.
La filóloga Iris Zavala.Eulogio Martín Castellanos (EL PAÍS)

Iris M. Zavala, que al filo del milenio escribió sobre las siete plagas y sus paradojas, ha sido fatalmente víctima de una. Desde su Puerto Rico natal, donde nació en Ponce en 1936, llegó a la Salamanca de Fernando Lázaro Carreter para licenciarse en Filología románica y doctorarse muy pronto con una tesis sobre Unamuno. Nunca la dejó esta atención a la obra del rector salmantino, escritor y pensador siempre en debate consigo mismo, con las ideas y con los demás. Su “pensamiento dialógico” la llevará a estudiarlo junto a Mijail M. Bajtín en un libro de 1991. Su fidelidad al teórico ruso significó postularlo como una de las referencias de la teoría más sólida cuando los estudios literarios empezaban a infectarse por el virus posmoderno de la deconstrucción y el “pensiero debole”.

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Iris era filóloga de una pieza, comenzando por su habla, de seductora fluencia caribeña y notable precisión expresiva conforme, en sus registros, a las distintas situaciones comunicativas. Y, en lo que a la escritura se refiere, bien merece el calificativo de polímata, pues cultivó un abanico muy amplio de realizaciones filológicas.

Mereció, así, tres veces el premio Nacional de Literatura en Puerto Rico. Y en dos ocasiones, el Pen Club distinguió sendos libros suyos. Uno era un ensayo admirable sobre el bolero; el otro, una de sus novelas, no precisamente aquella que se inspira asimismo en nuestra música popular: Percanta que me amuraste. Su rigurosa formación humanística la hizo conocedora y estudiosa de toda nuestra literatura: desde Cervantes, Garcilaso el Inca y Juana de Asbaje hasta la novela realista, Rosalía y Bécquer, el modernismo hispánico, Valle-Inclán o Juan Ramón. Con ese bagaje, era la mujer indicada para una empresa necesaria y dificultosa, como sus autores reconocieron al definir como una “inicial escaramuza” la primera Historia social de la literatura española escrita desde los supuestos del “pensamiento fuerte” marxista. Faltaban muchos estudios de desbroce, como el de Noël Salomon sobre el tema campesino en el teatro de Lope, pero Iris, Julio Rodríguez Puértolas y Carlos Blanco Aguinaga asumieron el compromiso.

En cuanto a otros hitos, destaca su dirección de una historia feminista de la literatura española, sustanciada finalmente en seis volúmenes aparecidos entre 1993 y 2002, el último de ellos extendido también a la lengua catalana, gallega y vasca. Iris M. Zavala ejercitó con éxito los cuatro brazos que articulan los estudios literarios: historia, critica, teoría y comparatismo. En la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY) profesó nuestra literatura, pero también la comparada. Y desde 1983 desempeñó en Utrecht cátedra de Literatura hispánica. Tampoco le fue ajeno el debate teórico, que encaró sobre todo cuando se abría un campo de indefinición y superficialidad a que Iris supo oponerse.

Su legado intelectual está desde 2003 en el Seminario de Estudios interdisciplinarios de la mujer de la Universidad de Málaga. Iris fue, además, poeta. Por eso, quienes nunca la olvidaremos, acaso podamos recurrir para su despedida a unas palabras eminentes de Emily Dickinson traducidas por Amalia Rodríguez Monroy: “Detrás de Mi –la Eternidad desciende– / Ante Mi –la Inmortalidad–/ Yo –el Límite intermedio–”.

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